domingo, 17 de mayo de 2009
domingo, 10 de mayo de 2009
Aventuras en los taxis de El Cairo
La una de la mañana. Cojo un taxi desde el centro hasta el barrio donde vivo. El conductor me pregunta a dónde, le digo la calle y asiente, aunque tengo claro que no sabe dónde está y nos perderemos porque la orientación nunca ha sido virtud de esta reportera. Esta vez no temo por las puertas, ya que el coche está en relativo buen estado. Sin embargo, me llama la atención el taxímetro, que está encendído. Es la primera vez que veo uno funcionando en El Cairo. Va excesivamente lento, lo que me indica que no funciona bien. Pasa un buen rato y, después de dar unas vueltas, llegamos al sitio correcto, alhamdulillah. El aparato marca 2,8 libras egipcias al parar el coche, 30 céntimos o así. Se había quedado parado en esa cifra hacía más de cinco minutos. Me maravilla la voluntad del taxista de poner a cero con cada cliente un taxímetro que en primer lugar no funciona bien y en segundo lugar, nadie utiliza en Egipto, donde los pagos suelen realizarse, en general, dependiendo de la zona a donde vaya cada uno. A ojo. Los mismos egipcios bajan del taxi y con la despedída le dan al taxista lo que consideran justo.
Otras veces, el taxista no duda en pedir a la mujer extranjera relaciones. Pero esa ya es otra historia...
jueves, 7 de mayo de 2009
¡Qué vida más cerda!
Pero no hay que olvidar que nos encontramos en un país mayoritariamente musulmán. Sólo el 10% de la población es cristiano copto, y por tanto sí pueden comer carne de cerdo. Al otro 90% esta medída no le afecta. Así que han comenzado los ataques de uno y otro lado. Unos dícen que el gobierno, como siempre, trata de deshacerse de ellos. Los otros que sólo es una medída de seguridad. Los terceros afirman que, como es habitual, se ha optado por la opción más cómoda.